miércoles, 6 de noviembre de 2013

La edad del olvido

Las palabras se fueron marchitando lentamente en su boca. Apenas recordaba el sabor del «amor», pero sí tenía muy presente el del «olvido». Se desenmarañó del sillón ajado que durante tantos años había consolado su cuerpo en interminables siestas y fue al baño. Allí, levantó su mirada gris y se observó en el espejo. La imagen borrosa fingía la juventud de antaño. Esperando un último milagro, alzó la mano en movimiento remiso y emborronó el vaho para descubrirse envejecido. Descubrió surcos sinuosos, manchas estratégicamente distribuidas y el pelo blanquecino coronando su cabeza. «Tu cara me suena, ¿nos conocemos de algo?»

1 comentario:

montesinadas dijo...

A todos nos tocará ese momento de mirarse el espejo con cierta distancia, incluso son reconocernos. Bonito texto.
Abrazos