jueves, 22 de marzo de 2012

Respirar primavera


0:12
«Espérame, espérame siempre.»
Aquellas palabras vertidas en tinta, tantas veces leídas, repasadas hasta el último detalle del baile ligero de la pluma que las dictó, eran ahora sus únicas compañeras. 

0:34
¿Se transformaría en el mismo papel ajado por el paso de los años? ¿Se dejaría atrapar por las sombras, por el silencio? Sentía temor pues desde hacía algún tiempo hasta su propia voz la había olvidado.
«Espérame, espérame siempre...»

0:57
Aquel día el cielo estaba despejado, el sol marcaba perfectamente la línea a seguir. La primavera había llegado plena inundando de vida los corazones y compartiendo su magia con quien la miraba de frente, pero ella ya no poseía la capacidad de transmitir ni era capaz de contagiarse de esos sentimientos. Perdió la esperanza y con ella su guía. Sabía que no había remedio, que él no volvería a su lado; quizá ni la recordaría y aquella idea... Aquélla la mataba en vida. Cada paso, lento y angustiado, la dirigían hacia el mirador desde el que cada tarde desde hacía mucho esperaba su regreso hasta que el día tocaba a su fin, hasta que la noche consumía su paciencia. Y releía...

2:07
«Espérame, espérame siempre.»
Cuánto más habría de aguardarle... Había dedicado una vida entera a un amor baldío, entregándose a él únicamente en sueños. Y «siempre», siempre tiene un desenlace inesperado.

2:31
«Te esperaría, te esperaría siempre si supiera que piensas volver. Pero cada segundo se hace eterno y el vacío es más grande que el tiempo que nos quedaría por compartir. Me rindo, no me queda aire en los recuerdos para mantenerte a mi lado, para mantenerme a tu espera...

2:56
... Te quiero, te querré siempre allá donde tu corazón descanse. No importa si es con otra porque sé que el amor que un día me entregaste será eterno, seguirá vivo mientras el papel conserve el aroma de tu cuerpo, la esencia de tus palabras dedicadas.» 

3:20
Hoy, por última vez, dejó caer las pocas lágrimas que conservaba brindándoselas por completo. Del bolsillo de su chaqueta sacó un papel marchito y recitó al viento los sentimientos que hasta entonces la habían tenido atada a aquel instante.

3:42
«Espérame, espérame siempre; esta vez te toca a ti, estés donde estés. Cambiaremos el turno en este aplazamiento de cariño, invertiremos los papeles sin importar si se hace efectivo el cambio. Ahora me toca vivir a mí pues mi tiempo se agota. Me libero de esta agonía pues ha llegado mi primavera. Ahora... Ahora me toca respirar para mí, por mí.»




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