(0:05)
Sigue sonando aquella
melodía...
El recuerdo, tan intenso
aún, me derrite el alma.
La primera despedida,
siempre triste sin saber
si te perdía.
La noche, intensa y
obscura,
guardará para siempre
grabados en su memoria
cada beso, cada abrazo,
cada lágrima de tu
partida.
Recuerdo tus ojos, la
inmensa tristeza que infundían.
Recuerdo mis manos
inquietas, sin saber qué hacer
salvo agitar el pañuelo
alejándote de mi lado.
Recuerdo cada nota como si
fuera mía...
(0:55)
En el camino de regreso
anhelé tu vuelta.
Soñé con el trance y
volvió a despertarse
el calor de mi corazón
dormido.
Cada calle que recorrimos
juntos,
cada rincón en el que
fuimos uno.
Pensar en nuestra casa,
cada silencio impregnado
de tu aroma,
las sábanas revueltas del
último amor.
Rememorar cada instante
en el que fui tuya y tú
fuiste mío,
cada caricia que perdimos
en la inmensidad
de los cuerpos de pasión
encendidos.
Y saberla vacía, llena de
tu ausencia,
sin tu despertar junto al
mío,
esa soledad doliente,
dolida
que hiere el alma de los
más queridos,
me hizo detener el reloj.
(1:55)
Me contuve un
segundo
en la eternidad del
momento.
¿Cómo había sido capaz
de asumir
que podría vivir sin ti?
Fue culpa mía, fueron mis
temores
fue mi torpeza, mi
inexperiencia
los que te llevaban de mi
vida.
Y algo dentro de mí me
avisó
de que aún estaba a
tiempo,
de que no todo estaba
perdido.
Despertó una última
oportunidad
para suplicar tu perdón y
rogar tu cariño.
Una insomne ocasión
para volver atrás y
enmendar mi error,
para confesar que lo eras
todo,
admitir mis inflamados
sentimientos,
declararte sin más
remedio que te quería,
que te sigo queriendo...
(2:47)
Volví sobre mis pasos...
¡Oh, agonía! Me perdí
en los mismos
en la desesperada búsqueda
de mi amante.
Volví repasando cada
recuerdo
...
¡Oh, extravío!
Caprichoso sinsentido
para no perderte en el
olvido.
Volví evitando las
saladas...
¡Oh, cómo pude estar tan
ciega!
No sabía si sería capaz
de encontrarte.
Volví a avivar las
llamaradas...
¡Oh, pasión! Apetito
vehemente
imprescindible para mi
supervivencia.
Volví a recordar tu
risa...
¡Oh, vida, qué será de
mí sin ella!
Mi luz, mi estrella, mi
guía.
(3:34)
Te busqué entre la gente
que parecía ponerse de
acuerdo
para impedirme alcanzarte.
Hombres y mujeres sin
rostro,
los fantasmas del pasado
que,
en el delito de la
envidia,
se empeñaron siempre en
alejarnos.
Mi sombra huía presa del
miedo,
tuve que atarla a mis pies
para que me encontraras
plena.
Mi tristeza se fue
diluyendo
en el caminar vacilante,
agarrándose a las piedras
del camino.
Luchaba con la
incertidumbre.
¿Descompondría tu
partida
haciéndote volver conmigo
en inseparable?
Empezaba a faltarme el
aliento.
Si hubiera sido cuestión
de vida o muerte
habría preferido a la
parca.
Al fin llegué al acceso
del que sería,
entre la verdad y la
mentira,
el destino incuestionable.
(4:28)
Te encontré...
Tu mirada...
Tus manos...
Eras tú, sin más, sin
palabras.
Solo un susurro en boca
ajena, recordándonos.
Solos en el andén,
apeadero de despedidas
alimentando la aflicción.
(4:50)
Se encendieron las
esencias
en el encuentro
cristalino.
Nos acercamos
irremediablemente
llevados por la vorágine
impetuosa.
Sabías que había vuelto
a buscarte...
(5:02)
Tu abrazo, infinito, en
acorde perfecto.
La sonoridad de tus
sentimientos.
La intensidad de cada
beso,
más grande que al
principio.
Cada caricia regalada
sobre mi cuerpo,
tu mano amarrando mi
cintura.
Y los corazones latiendo
al mismo tiempo.
¿Acaso hubo amor más
puro?
(5:29)
Te apartaste de mi
mundo...
Tomaste mis manos
entrelazando los dedos.
Supe en ese mismo instante
que no volverías,
que te marcharías para
siempre.
(5:44)
Me regalaste una confesión
sincera:
«Te amaré siempre,
siempre...»
(5:53)
Subiste al vagón y te
disipaste
con el humo en un último
adiós.
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