viernes, 30 de junio de 2006

Nana

Quiere jugar mi vida
con los rincones del viento
y el aire, juguetón,
revuelve su pelo.

Se entristece mi niña
porque perdió su cinta,
le digo con cariño
que así está más linda.

A mi niña, mi niña mía,
duerme ya mi vida,
duerme ya tranquila.

Se empeñó mi vida
en persiguir colores
y con tanto vuelo
perdió dos botones.

Se entristece mi vida
porque quiere un abrazo
y le digo entre mimos
que se eche en mi regazo.

A mi niña, mi niña mía,
duerme ya mi vida,
duerme ya tranquila.

Dedicado a A.O.

Inmóvil

Abrir los ojos. Verme desde fuera, inmóvil, en medio de la jauría. Gente que va y viene en todos los sentidos, que cruzan a mi lado sin rozarme, sin mirarme, nadie me ve...
El viento levanta ligeramente mi falda.
Sigo sin levantar la mirada, pero puedo verme de frente, veo todo lo que hay a mi alrededor.
¿Seré realmente invisible? Quizás pase por la vida sin que nadie se percate de mi presencia, a nadie parece importarle un cuerpo inerte en medio de la calzada.
Escribir una historia sin letras, desperdiciar los segundos, y respirar lento.
Desear parar el tiempo. Volver hacia atrás, mucho antes de nacer, dar una nueva oportunidad, no importa que no exista el día de mañana.
Quizás esto no es más que un sueño, pero se repite demasiadas veces para no pensar en ello.

Una mariposa, en su delicado vuelo, ha venido a posarse en mis manos. Justo en ese instante todo se ha detenido. Mis ojos se han fijado en ella y después de mucho tiempo he vuelto a sonreir.

lunes, 26 de junio de 2006

Dolor en mi alma

Tengo un dolor en mi alma de una pena que no es mía, pero elegí compartirlo en silencio para aliviar tu carga.
Dime mujer, ¿qué te pasa? ¿qué mal enturbia tu destino? No entiendo porqué ahora este giro sin preaviso, una llamada de socorro que dejaste caer despacio sin esperar -sin desear- que nadie la recogiera. Pero yo sí oí tu lamento, llorabas por dentro mientras nos sonreias al resto.
¿Sabes por qué supe que estaba ahí, en el fondo del corazón? Porque soy parte tuya, sangre de tu sangre, y conozco, padezco y siento como tú.
Odio este sentimiento, no entiendo porqué me causa esta pena tu dolor, debes sufrir tanto... No quiero que esto continúe, dime, ¿cómo lo remediamos? Porque estaré a tu lado, ¿sabes? para aliviar tu llanto, para poner el hombro y lo que haga falta, justo en el momento en el que decidas volver a sembrar de flores tu jardín.
Hay una llama a lo lejos que ilumina el camino, una salvación eterna para desdichas y olvidos.
Deja ya de sufrir mujer, que la vida tiene alivio...

sábado, 17 de junio de 2006

Silencio

El silencio llegó de pronto. Miraba por la ventanilla del tren como a lo lejos la tormenta se alejaba.
El silencio se sentó a mi lado. Tenía la mirada perdida y al notar su presencia, le miré a los ojos.
El silencio se quedó conmigo. Comencé a pensar en ella y en la distancia que nos separaba.
El silencio se hizo mi amigo. Y me eché a llorar sabiendo que te perdía...

Corazón en penumbra

Me gustaría saber cuánto amor cabe en mi corazón, cómo se administra el espacio en este órgano para dedicar el cariño a los que amamos, saber ese dato que me desconcierta porque por alguna razón que no alcanzo a entender mi corazón se está llenando de obscuridad, de un vacío infinito, de un gran espacio yermo que desconocía poseer.
Últimamente me persigue un miedo inconcreto, algo que no sé muy bien cómo definir. Se pasea difuso y con paso amable por mi alma; se ha instalado en algún rincón de esa penumbra y sé que si no lo encuentro pronto, si no le pongo nombre, acabará con mis reservas de cariño, con todo el amor que poseo y que aún me queda por dar.

Hace tiempo que empecé a dejar de respirar consciente. Mi cuerpo se resiste a abandonar y realiza las funciones quejándose de este desinterés infundado, de esta desidia.
Hace días que siento una punzada en el pecho, creo que algunos sentimientos intentan escapar al avance de mi nada.
Las palabras empiezan a perder sentido.
Las lágrimas comparten mi visión desesperada de la vida que me queda.
El sueño empieza a perderse, ya son dos semanas de insomnio, y el cansancio se apodera de mi cuerpo.

A veces deseo que venga la muerte a buscarme. No quiero despedidas, sólo olvido.

martes, 13 de junio de 2006

Desconsuelo

Dime, ¿dónde estás cuando te necesito?
No me consuelan tus silencios cuando necesito de tus palabras.
No me consuela tu ausencia cuando te necesito a mi lado.
No me consuelan tus miradas si no sabes dónde me encuentro.

Dime, ¿qué hago cuando me encuentre sola?
Qué hago con este vacío, con tu no presencia, con la nada...
A quién recurro, ¿a tu recuerdo?

viernes, 9 de junio de 2006

Palabras

Palabras...
Palabras de un te quiero, de un adiós, del reencuentro tan esperado.
Palabras que desprecian, que admiran, que desean, que odian.
Palabras que describen palabras.
Palabras que disfrazan sensaciones.
Las palabras son como las nubes del verano. Van y vienen, traen el frescor momentáneo de una lluvia inesperada y el pavor de la tormenta descargando sin piedad.
Las palabras son como la brisa, jugando con las hojas de los árboles, haciéndolas bailar a nuestro paso.

martes, 6 de junio de 2006

Decepción

¿Sabes esos días en los que piensas que no deberías haberte levantado? Hoy es uno de esos, aún quedan unas pocas horas y sigo con esta sensación, unas ganas enormes de llorar, pensando en que quizá mañana me sonría la suerte.
He hecho voto de silencio, no me apetece decir más nada. Supongo que lo peor es que no quiero escuchar mi voz, que prefiero el silencio y evitar miradas para que nadie pueda verme cuando por fin me decida a llorar.
Hoy es de esos días en los que pienso cómo sería tirar la toalla, abandonar y dejar de ser yo por un instante. Pienso en el vacío de mi persona, en mi ausencia, pero es algo tonto porque pierdo el tiempo tan precioso para mí.
Quisiera meter la cabeza bajo tierra.
Quisiera hundirme en la bañera llena hasta arriba de agua bien caliente.
Quisiera no ver ni oir más, no sentir.
Quisiera saber controlar mis emociones.
Quisiera no tener que querer todas estas cosas...

Al galope

Una vez más me he dejado llevar por la verdad, por la palabra, sin ser capaz de reducir mis sentimientos.
No he podido soportar tan alta mirada y fuerza desaprovechada que me has dirigido; no puedes conmigo, tengo en mis manos una verdad que todos callamos y mi único error ha sido darle voz.
Quisiera decir que lo siento, que me arrepiento y que no debería haberlo hecho, pero ¿sabes qué? No me importas, nada, no eres nadie en mi camino, ni siquiera una piedra con la que tropezar. Me has pedido la verdad y te ha dolido, ni has sabido escucharla porque hacía daño a tus oídos ni has sabido defenderte en tu mentira. Supongo que te falta templanza, casi tanta como a mí.
Vuelvo a pensarlo... ¡pero qué tonta he sido! ¿por qué siquiera habré respirado cerca tuyo? ¿Crees que soy exagerada porque respondí directa a tu pregunta? No sabes quién soy, no me conoces.

Han atravesado el aula cien caballos al galope, justo entre tú y yo. Te veía gritando al otro lado de la orilla, supongo que seguirías en tus trece, pero no te he oído. Ha sido casi como si el tiempo se hubiera detenido... Los demás, en silencio, han apartado sus miradas para no salpicarse con nuestras miserias. Me he visto arropada por silencios y a ti te he visto solo.

lunes, 5 de junio de 2006

Entre horas

De nuevo los sueños, ese misterio nocturno que despierta lo inadvertido que escapa a nuestro consciente, la obscuridad ligada a esa ya conocida luz difusa de los Días sin luz (que aún está por llegar).
Llevo varias días durmiendo de mala manera y aunque sean pocas horas las que descanso seguidas, inundan mi silencio con historias nunca escritas. Anoche volvió a despertarse un sentimiento que creía marchito... Contar esa parte de mi pasado lo creo absurdo, entre otras cosas, porque fue algo que encontró su fin antes de dar comienzo.
Mi amor platónico quedó anclado en el pasado de su mirada y creyéndolo olvidado, anoche en mis sueños, le confesé mis intenciones... Me negó, pero a la vez me dio esperanzas, volveríamos a encontrarnos aunque fuera en otra vida porque, al fin y al cabo, estamos hechos el uno para el otro. No importa el tiempo ni la distancia.

Los sueños, sueños son

Bien lo decía Calderón de la Barca... Los sueños, sueños son.
Ayer, supongo que por la cercanía de la reunión familiar, mi cabeza juntó y pegó, un poco de aquí y allá, formando un coctel de idas y venidas de personajes, conocidos y desconocidos, incluso algunos que ya no están.
Cuando le ví, al lado de mis padres, sentí como si el tiempo se hubiera detenido, si hubiera sido consciente, en ese instante, así debiera haber sido. Él, abrazado a su madre, ella sin dejar de mirarle y sonreir, y en los ojos de mi padre, lágrimas contenidas. Nos acercamos y, permíteme que te hable de tú, te he abrazado como si la vida me fuera en ello.
Sé que te he susurrado algo al oído, mientras lo hacía me esforzaba por intentar escucharme, pero no he sido capaz; supongo que debía estar pidiéndote perdón y diciéndote lo mucho que te quiero.
Abrázame fuerte por todo lo que no te he dado hasta ahora...
¡Qué sentimiento tan hermoso, tan intenso! ¡Qué abrazo tan cierto! Pero ahora que he despertado me doy cuenta de que sólo ha sido un sueño...